
En uno de los artículos anteriores, estuvimos hablando sobre la importancia que
tiene la perspectiva de género en el espacio terapéutico. Creo que la
importancia de remarcar esto es por el simple hecho de que nos atraviesa a
todos, y por ende, los transmitimos y aplicamos incluso sin ser conscientes de
ello.
Por esto, se me ocurrió esta semana hablar sobre la violencia de género que
sufren las mujeres por el simple hecho de ser mujer, por la simple creencia de
que lo biológico nos condiciona, cuando vimos la semana pasada que nada
tiene que ver el sexo con el género.
Pues bien, empecemos por definir qué es la violencia de género, la cual podría
decirse que es todo aquel tipo de violencia que se lleva a cabo vulnerando el
bienestar físico, psíquico, relacional y emocional, de una persona debido a su
sexo o identidad de género. Esta violencia no necesariamente debe ser física,
sino que puede presentarse mediante manipulación, coacción, menosprecio,
pero si todas ellas de forma intencional.
Como les decía recién, la violencia no solamente se refleja de forma física, sino
que hay distintos tipos de violencia. Vamos a hacer un pequeño resumen de
cada una de ellas:
Violencia física: refiere a todo daño físico que se inflige a través la agresión
directa (golpe, empujón, etc.).
Violencia psicológica: hace referencia a la presencia de humillaciones,
amenazas, coacciones, desprecio y desvalorización. Podríamos pensarlo como
aquellas palabras que nos afectan a nivel emocional, que terminan
condicionando nuestra propia autoestima, creencia, valor.
Violencia sexual: son aquellas situaciones en que una persona es forzada o
coaccionada para llevar a cabo actividades de índole sexual en contra de su
voluntad.
Violencia económica: incluye todo tipo de acto que genere limitaciones
económicas con la intención de controlar el dinero o privar de medios
económicos para vivir de forma autónoma, logrando así mayor control de la
persona al generar cierta dependencia con el agresor.
Violencia patrimonial: Se considera violencia patrimonial la usurpación o
destrucción de objetos, bienes y propiedades de la persona víctima de violencia
con intención de dominarla o producirle un daño psicológico.
Violencia institucional: Es aquella mediante la que funcionarios o autoridades
dificultan, retrasan o impiden el acceso a la vida pública, la adhesión a ciertas
políticas e incluso la posibilidad de que las personas ejerzan sus derechos.
Creo que lo importante de comenzar a conocer y comprender la violencia con
la que conviven las mujeres no es solo el hecho de concientizarnos sobre la
violencia de género, sino también de poder cuestionarnos cuáles de estas
actitudes se reproducen a diario, cuáles escuchamos en el consultorio o a
través de una amiga.
Como decíamos al principio, no hablamos de violencia solo al mencionar al
maltrato físico, sino también aquellos comentarios que nos condicionan, que
nos limitan, e incluso reproducimos sin darnos cuenta.
Antonella Ferrari. Psicóloga y subdirectora de Centro Psicoedúcate.